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El Casino del Cape es básicamente un espacio real y virtual en donde un grupo de amigos, se reúnen a compartir la cena de todos los lunes desde hace más de 15 años. el lugar de reunión real es itinerante, es decir, va cambiando de lunes a lunes de acuerdo a la disponibilidad de locación de cada uno de los participantes de estas reuniones.

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viernes, mayo 28

El romanticismo Masculino de CASI todos nosotros.

El romanticismo Masculino, asi somos...

viernes, mayo 14

Secretos Revelados

Mariano Centella caminaba nervioso. No le quitaba la vista de encima a nadie que se le cruzara y miraba insistentemente hacia atrás cuando escuchaba pasos que lo seguían.
Hacía ya dos años que por error o accidente había descubierto el secreto.
Algunos filósofos de café dirán que no existen las casualidades; que todo es parte de un cuidado plan en el cual cada uno es un engranaje fundamental de una compleja maquinaria.
Un secreto, que de revelarse, daría por tierra con una leyenda; la cual fue alimentada por mesas de largos vinos y generosos whiskys en torno a asados y partidas de poker. Una leyenda de interminables charlas en cálidas madrugadas en cada esquina del barrio La Florida. Una leyenda… Que generaba respeto para algunos y envidia para otros.

Pero Mariano Centella corría peligro y lo sabía. El precio por conocer el secreto mejor guardado del barrio era, sin lugar a dudas, la muerte. Pero no, una muerte cinematográfica ejecutada por sicarios bien trajeados, de gafas oscuras y montados en un Cadillac Escalade de riguroso color negro. Esta, de suceder, sería una muerte simple, de barrio y ejecutada por cualquiera con la necesidad de ganarse unos mangos.
Comenzó a mirar con desconfianza a todos. El verdulero, con su gastado lapiz en la oreja le generaba desconfianza. El diarero de Rondeau y Ricardo Nuñez siempre estaba en actitud sospechosa. Y, cierto día, arremetió a golpes de puños contra el empleado de la EPE que venía a tomar el estado del contador; pero, y según las versiones de algunos vecinos, éste hecho habría estado más emparentado con la intención de tapar algún chanchuyo eléctrico que con el miedo a ser asesinado.

En algún momento contrató dos muchachos de la hinchada de Central para que oficiaran las veces de guardaespaldas. Pero fin de semana por medio lo dejaban a la buena de Dios ya que el equipo jugaba de visitante. Algún iluminado le deslizó la idea de hacer lo mismo con algunos contrapartes de la Lepra lo que termino de la peor manera. En un cambio de guardia de la escolta personal de Mariano, viejas rencillas futboleras salieron a relucir y los muchachos terminaron en cana acusados de “lesiones en rina”.

Cruzar el boulevard era un desafío. Cuatro manos de intenso tráfico donde pululaban los tacheros; que para ser honesto, era de los que más desconfiaba.
Como alternativa estaba la de caminar hasta la plaza Alberdi y cruzar por el puente peatonal. Pero corría el riesgo que algún petiso disfrazado de alumno de la Medalla Milagrosa, lo arrojara al vacío sin la menor contemplación.

Tenía los nervios destrozados. Cada día podía ser el último. Bajó del colectivo y sintió cierto alivio por dejar atrás a veintidós potenciales asesinos sin contar al chofer que lo relojeaba por el retrovisor.
Caminó una cuadra y dobló la esquina. Se paralizó. Ahí, delante suyo estaba Ivon; o mejor dicho Julio César “el tiburón” Chaparro; un compañero de la secundaria con refinados modales y devenido en travesti con baja inversión económica lo que redundaba en su aspecto.
Sin mediar palabra le descerrajó dos disparos con un veintidós corto, cruzó la calle y se subió a un taxi que lo esperaba.
Mariano Centella afrontaba la muerte. Viéndose ante los últimos instantes de vida y no queriendo llevarse el entripado; pasó su mano por las heridas y con el dedo ensangrentado escribió sobre la vereda “El Cape es un fraude, la tiene chiquita”

martes, mayo 4