Antes de empezar, quiero ponerme de pie y hacer tronar un interminable aplauso para el anfitrión del RESTAURANT & CASINO DEL MAURI.La predisposición y voluntad que pone al servicio de los ilustres asociados, roza los límites de lo sublime y convierte al mejor de los servicios de gastronomía profesional en un insignificante grupo de aficionados.
Para comenzar a enumerar hay que mencionar el impecable atuendo rojo que vistió el lunes pasado. Con el gorro tirado hacia atrás y el frío y afilado acero en su diestra, me trajo a la memoria, los soldados de la Santa Federación que a las ordenes del Ilustre Restaurador, perseguían por las extensas pampas a las hordas de asquerosos unitarios.
No había terminado mi asombro para con el vestuario del prolijo caballero, cuando un golpe de vista hacia la parrilla, me dejó sin palabras. No pienso entrar en detalles sobre el tenor de la especialidad del día. Lo lamento por algún ave que no estuvo presente. Hay cosas que ni siquiera la riqueza del idioma castellano puede describir. Solo la vista, el paladar y hasta el oído; por que no miento al decir que era una oda clásica, tienen el privilegio de tan exquisitos manjares.
Terminada la abundante ingesta de sólidos, y sobreponiéndose al desgarrador dolor de haber perdido a la compañera inseparable del barman, llegaron los infaltables tragos tropicales. Otra fina delicadez.
No encuentro los suficientes sinónimos para seguir elogiando al ilustre anfitrión y su servicio. Si hasta dejó que todo el mundo le ganara al Black Jack para demostrar lo acogedor de su hospitalidad.
Para terminar, no creo que el Mauri sea algo de otro mundo. Pero seguramente es lo mejor de éste.
Fabito.
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