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El Casino del Cape es básicamente un espacio real y virtual en donde un grupo de amigos, se reúnen a compartir la cena de todos los lunes desde hace más de 15 años. el lugar de reunión real es itinerante, es decir, va cambiando de lunes a lunes de acuerdo a la disponibilidad de locación de cada uno de los participantes de estas reuniones.

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martes, mayo 27

Volvió una Noche


Y volvió una noche…..Lo esperábamos, pero fue casi una inauguración, o reapertura en el mejor de los casos.
Más allá de las especulaciones previas y de algunas idas y venidas sobre un comportamiento que podría relacionarse con el ganado lanar; una mayoría, que podría llamarse estable, concurrió al otrora mítico templo del buen comer y el buen jugar.
Sin entrar en detalles gastronómicos (gracias Lupi), desde tempranas horas se notó entre los asistentes un ambiente tenso y en más de uno, un deambular cuidadoso con el objeto de no provocar ningún incidente que desencadenara en la ira del anfitrión.
Con respecto a la concurrencia, nada fuera de lo común. Estaban los que tenían que estar y faltaron los que tenían que faltar.
En lo referente a los test que pusieron en práctica. Quedó demostrado que en un cenicero, en perfecto estado de sobriedad, no entran más de diez colillas de cigarrillos sin importar la marca de los mismos.
Se demostró también, que el miedo no es sonzo, y que el que tiene que cumplir horario, cumple horario.
De la misma manera, quedó en claro cuales son las dimensiones mínimas que tiene que tener un Tupper para que entre un Kg. de pollo hervido y que difícilmente el Garza, pueda llegar a tener un mínimo de coordinación psicomotriz.
Entrando en el tema lúdico específicamente. Sin comentarios. El Turco se abusó de la emoción de volver que nos embargaba a todos y se alzó con unos trescientos pechitos que, y según sus propias palabras, le ayudarían a saldar alguna vieja deuda con el jardinero.
Ya entrada la madrugada del día martes, los pocos que suelen quedar, se entregaron a las charlas habituales de un grupo de caballeros del nivel que ostenta el prestigioso establecimiento, y con los primeros cabezasos del anfitrión se dio por terminada la velada a la espera de una continuidad basada en el buen comportamiento y compromiso de los habituales comensales.
Terminando la nota; este humilde escriba, le anota un poroto al somnoliento anfitrión que una vez más demostró que “UN NOBLE GESTO, AGRANDECE AL HOMBRE MÁS GRANDE” (Jeremías Springfield).

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