A ver, que poco avezados son el duro arte del macho rosarino.
No se como serán las cosas con los cofrades casados; pero en mi casa son así:
Mi mujer trabaja, me cocina, me lava y plancha la ropa, hace los mandados, cría a mi hijo, lustra los pisos y de ahora en adelante va a ser MI CHOFER.
Por otra parte, la estratégica jugada de poner el auto a su nombre, se basa en las pésimas condiciones naturales que tienen las mujeres para manejar. Ergo: multas, embargos, reclamos judiciales, etc. Que le caigan a ella-
Sigan aprendiendo; un abrazo.
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