Sobre Perros y Gatos

Voy a tratar de explicarle a mis queridos cofrades las diferencias abismales entre tener un gato y tener un perro.

Al perro uno lo llama y viene, le dice acóstate y se acuesta, etc, etc, etc., tal y como lo hace su amo ante los requerimientos de su esposa, novia o concubina. En definitiva no hay animal que no se parezca a su dueño.

El gato, al contrario del can, vos lo llamas y te mira como diciendo – no me rompas las pelotas, tal y como su viril dueño le contesta a su esposa, novia o concubina.


El perro (hablamos del animal y no de nuestro querido amigo) llegadas las primeras sombras de la noche, se hecha en su cucha y atorra hasta la llegada del día, tal y como lo hace el tierno de su amo ante la mirada de su esposa, novia o concubina.

El gato, en cambio, llegada la noche y sin pedirle permiso a nadie atropella las terrazas del barrio con la firme intención de empernarse lo que se le cruce volviendo ya entrada la mañana con la pija hecha hilachas de tanto cojer, tal como hace (o hacía en otros tiempos) su dueño, haciendo caso omiso de los reproches de su esposa, novia o concubina.


Al perro le ponen una correa y se deja llevar para acá y para allá en clara mimetización con las actitudes de su amo que es tratado de la misma manera por su esposa, novia o concubina.

Al gato le vas a poner un collar y una correa si sos brujo. El animal, viendo la actitud que su dueño toma ante los requerimientos de su esposa, novia o concubina; trata de imitar a éste y hace lo que se le canta las pelotas.


Como cierre y teniendo en cuenta lo que expresamos anteriormente “NO HAY ANIMAL QUE NO SE PAREZCA A SU DUEÑO”. Las conclusiones quedan por cargo de los lectores.