
“... Me costó dormirme. Siempre me pasaba lo mismo en noches como aquélla. Ese año mis pedidos habían sido bastante módicos. Un encendedor, una afeitadora eléctrica y una caja de lápices. A medianoche me desperté sobresaltado: ¿Había puesto mis zapatos en el pasillo? Me levanté para comprobarlo. Y entonces en la penumbra del pasillo, subrepticio como un ladrón, hincado sobre mis viejos mocasines, vi a mi padre con los regalos. Se levantó lentamente. Durante un largo rato nos miramos con encono.
-De modo que así son las cosas - le dije.
-Dejáme que te explique...
-No, papá -no me importó ser cínico-. Creo que ya es demasiado tarde para explicaciones...”
(Fragmento del capítulo "Los Hombres Sensibles, Los Refutadores de Leyendas y Los Reyes", del Libro Las Crónicas del Ángel Gris, de Dolina)
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario