“La venganza es un plato que se come frío”. Así reza un antiguo adagio que evidentemente es desconocido por algunos integrantes de nuestra insigne cofradía.
Me explico. Es por todos conocida la tremenda paliza que el lunes pasado nos propinó Capito utilizando como ring el ya legendario paño del sagrado casino. Todos y cada uno de los damnificados hemos pasado, por lo menos la noche en cuestión, casi en vela soñando con una venganza directamente proporcional a la derrota sufrida; pero esta venganza, que tenía que ser planificada y calculada de manera de minar la psicología misma del despiadado crupier; no pudo ser tal, ya que el miércoles pasado, después de la hora que la agrupación entrega al más popular de los deportes, un grupo de atolondrados apostadores sufrieron de incontinencia lúdica y tomaron las riendas de la venganza en sus manos.
No hace falta aclarar que el plato de la venganza no estaba frío sino a la temperatura justa que a Capito le gusta, y el insaciable animal no tuvo contemplaciones para convertir a los incautos apostadores en un suculento banquete.
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