Llámenle casualidad, destino o hasta karma. En los viejos policiales negros, lo presentaban con la frase “en el lugar correcto (o equivocado) en el momento correcto (o equivocado). El caso es, que el viernes pasado, en una finca localizada en la vecina ciudad de G. Baigorria; me encontré en una de éstas situaciones.
Transitaba la galería de la casa antes nombrada, cuando doblo hacia mi derecha y me encamino hacia las adyacencias del parrillero con la firme intención de supervisar el asado; cuando me encuentro, de lleno y bajo la tenue luz de una lámpara de bajo consumo, con un espectáculo lamentable. Dos adultos mayores, varones ambos (o por lo menos eso rezan sus documentos), con sus torsos desnudos y en una extraña maniobra en la cual uno le daba besos en la espalda a otro.
Quizás, la parálisis del espanto, me jugó en contra y cuando quise sacar el teléfono para inmortalizar la escena, tardé los segundos necesarios para que los “muchachos”, disimularan la situación.
Lejos está la presente de hacer acusaciones con nombres; pero bueno sería que alguno de ellos de una explicación de su extraño comportamiento.
Hay que darles un tiempo para que realicen el descargo, ya que, el besador viaja en la semana al Chaco; y el receptor de los cariñosos ósculos, tiene mucho trabajo en su establecimiento gastronómico.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario